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lunes, 2 de junio de 2014
primeros sucesosç
Los Lutz afirman que desde el primer día, en la casa, ya sucedió algo
extraño. Llamaron al padre Pecoraro para que les bendijera su nueva
morada, y, en una de las habitaciones, el padre escuchó una voz
siniestra que le dijo “¡fuera de aquí!”. El padre Pecoraro se
estremeció, pero continuó bendiciendo la casa, y cuando terminó, rechazó
la propuesta que le había hecho Kathy, de quedarse a comer en su casa, y
salió lo más rápido posible de ahí. Tras la bendición del padre, los
Lutz estuvieron realizando sus tareas de mudanza, como ordenar cajas,
trastos, organizar ropa, mover cosas de lugar… Al acabar el día, Kathy y
George acostaron a los niños y ellos se quedaron en la sala de estar.
George alimentaba el fuego con leños porque notaba un frío glaciar en la
casa, aunque el termostato estuviese a una temperatura superior a
20 °C. A las once de la noche, George y Kathy se fueron a dormir por
primera vez en su nueva casa. George se despertó con un fuerte golpe en
la puerta principal y se levantó de un salto. Abrió la puerta y no vio a
nadie, pero escuchó a Harry, su perro, ladrando en el jardín y entonces
se fijó en que la caseta de los botes estaba agitando sus dos
puertezuelas. George se extrañó al recordar que las había cerrado, pero
pensó que sería una mala jugada por el sueño. Cuando George volvió a su
cama eran las tres y cuarto de la madrugada. Esa fue la primera noche
que George se despertó a esa misma hora. Al día siguiente, George tenía
un frío glaciar y estaba comprobando todas las puertas y ventanas de la
casa para cerrarlas si alguna hubiera quedado abierta, cuando entró en
el cuarto de costura. Al irrumpir en la habitación George se quedó
perplejo. ¡Había cientos de moscas en la ventana, a pesar de que
estuvieran en pleno invierno! George cogió un periódico enroscado y mató
todas las moscas que pudo. A las demás las echó por la ventana. Esa
misma noche, George se despertó sobresaltado por un fuerte ruido. A
pesar de que había revisado todas las puertas y ventanas, la del cuarto
de costura estaba abierta y la puerta se abría y cerraba continuamente
haciendo un estrepitoso ruido. La pesada puerta de la entrada también
estaba abierta, pero cuando George iba a cerrarla, descubrió que había
sido “arrancada” de sus ejes, pero la cerradura sólo se veía forzada por
dentro de la casa. Era extraño que sólo se hubiera despertado él, pues
la puerta debía haber hecho un ruido estruendoso. Cerró la ventana del
cuarto de costura, arregló la puerta de la entrada como pudo y volvió a
la cama. Eran las tres y cuarto de la madrugada. Al día siguiente,
George llamó a un cerrajero para que arreglase la puerta de la entrada.
El día fue básicamente como siempre. Limpiar y organizar las cosas de la
mudanza, aún quedaba mucho por hacer.
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Mónica que miedo!jiji
ResponderEliminarno da miedo hace risa. jajajjaajjaajjajjajjaja
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